De Dios al Ser Humano: ¿progreso intelectual o simple cambio de dueño?

La creación de Adán, de Miguel Ángel (1511).
La creación de Adán, de Miguel Ángel (1511).

Introducción:

La historia de la filosofía política y moral nos muestra un desarrollo continuo en la búsqueda de justificación para el orden social. En la Edad Media, la autoridad política y moral encontraba su fundamento en lo divino, un vínculo indisoluble entre religión y política. Santo Tomás de Aquino, uno de los máximos exponentes de esta época, ofreció una visión del mundo en la que las leyes humanas eran reflejos de la Ley Eterna, es decir, de la voluntad divina. Sin embargo, con el advenimiento de la modernidad, este enfoque teológico comenzó a desmoronarse. La humanidad dejó de buscar respuestas exclusivamente en Dios y comenzó a mirar hacia sí misma. Así, el ser humano pasó al centro de la escena filosófica, y con él emergió la racionalidad como herramienta para entender y justificar la política y la moral.

Este cambio radical en la historia del pensamiento se conoce como el "giro antropológico". Ya no se trataba de seguir ciegamente la voluntad de Dios o las estructuras impuestas por la fe, sino de comprender al ser humano en su estado más primitivo, su "estado de naturaleza". Era necesario analizar quiénes éramos en nuestra esencia, más allá de las normas impuestas por la religión o las tradiciones. Esta reflexión nos lleva a preguntarnos: ¿qué es la naturaleza humana? ¿Cómo podemos, desde esa reflexión, justificar el sistema político y moral que organiza nuestra vida en sociedad?

Para desentrañar este cambio de perspectiva, es fundamental explorar las ideas de tres filósofos que, a pesar de estar separados por siglos, parecen dialogar entre sí: Santo Tomás de Aquino, Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau. Aunque cada uno ofrece una visión distinta de la naturaleza humana y su relación con el orden social, todos se ocupan de una cuestión central: ¿cómo debemos organizarnos como seres humanos? En otras palabras, ¿cuál es la mejor forma de estructurar nuestra vida política y moral?

Santo Tomás de Aquino: La Ley Eterna y la Teología Política

Tomás de Aquino (1224/25-1274)
Tomás de Aquino (1224/25-1274)

En la filosofía de Santo Tomás de Aquino, la política y la moral no pueden entenderse sin referencia a Dios. Siguiendo la tradición aristotélica, Santo Tomás afirmaba que el ser humano era un ser racional, dotado de la capacidad de discernir entre el bien y el mal a través de la razón. Sin embargo, esta razón humana no operaba de manera autónoma; más bien, debía estar alineada con la Ley Eterna, la cual representaba la voluntad divina.

La estructura legal propuesta por Santo Tomás se dividía en tres tipos de leyes: la Ley Eterna, la Ley Natural y la Ley Positiva. La Ley Eterna era el plan de Dios para el universo, una guía absoluta que todos debían seguir. La Ley Natural, inscrita en la naturaleza humana, era accesible a través de la razón y ofrecía una guía moral para los seres humanos. Finalmente, la Ley Positiva, creada por los seres humanos, debía estar siempre en concordancia con la Ley Natural y la Ley Eterna.

Para Santo Tomás, la política y la moral estaban intrínsecamente ligadas a la teología. La autoridad última residía en Dios, y cualquier sistema político o moral que se apartara de la Ley Eterna estaba condenado al fracaso. La razón humana, aunque valiosa, no era suficiente para guiar al ser humano hacia una vida justa y virtuosa sin la intervención divina.

Thomas Hobbes: El Contrato Social y la Naturaleza Violenta del Hombre

Thomas Hobbes (1588-1679)
Thomas Hobbes (1588-1679)

Con la llegada de la modernidad, el enfoque teológico de Santo Tomás comenzó a ser cuestionado. Uno de los principales responsables de este cambio fue Thomas Hobbes, quien, en su obra Leviatán, formuló una teoría política basada no en la autoridad divina, sino en la naturaleza humana.

Hobbes imaginaba al ser humano en su "estado de naturaleza", un estado previo a la formación de las sociedades y los gobiernos. En este estado, argumentaba Hobbes, los seres humanos eran egoístas, violentos y guiados por un instinto de autoconservación. La vida en el estado de naturaleza, según Hobbes, era "solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve". La única forma de escapar de esta situación de guerra constante era mediante un contrato social, en el cual los individuos renunciaban a parte de su libertad para someterse a un soberano absoluto que garantizara la paz y la seguridad.

Hobbes rompió radicalmente con la idea de que la moral y la política debían estar justificadas por la religión. Para él, la justificación política debía basarse en la necesidad de evitar el caos y la destrucción que caracterizaban al estado de naturaleza. El ser humano ya no era visto como un ser subordinado a Dios, sino como un ser racional que, por miedo a la muerte y al sufrimiento, decidía ceder su libertad en favor de un gobierno fuerte.

El contexto en el que Hobbes desarrolló su pensamiento, marcado por la Guerra Civil Inglesa, influyó notablemente en su visión pesimista de la naturaleza humana. Para él, solo un gobierno autoritario podía mantener el orden y garantizar la supervivencia de los individuos.

Jean-Jacques Rousseau: La Voluntad General y el Hombre en Libertad

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)

Jean-Jacques Rousseau, por otro lado, ofreció una visión radicalmente opuesta a la de Hobbes. Si bien ambos pensadores compartían la idea de un contrato social, Rousseau tenía una concepción mucho más optimista de la naturaleza humana. En su obra "El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres", Rousseau postulaba que, en su estado natural, el ser humano era pacífico, empático y altruista. Sin embargo, la sociedad había corrompido esta naturaleza y alienado al ser humano de su auténtica esencia.

Rousseau proponía una solución a esta alienación: un contrato social en el cual los individuos renunciarían a sus intereses personales en favor del bien común, encarnado en la voluntad general. A diferencia de Hobbes, Rousseau no veía al gobierno como un mal necesario para evitar la violencia, sino como un mecanismo para garantizar la libertad y la igualdad entre los ciudadanos. En su visión, el ser humano solo podía ser verdaderamente libre si actuaba de acuerdo con la voluntad general, en lugar de seguir sus deseos egoístas.

La época en la que Rousseau escribió, marcada por los preparativos de la Revolución Francesa, influyó notablemente en su pensamiento. Rousseau creía que la sociedad debía ser reformada desde sus cimientos para que las personas pudieran vivir en libertad e igualdad. Su idea de una democracia directa, en la que todos los ciudadanos participaran activamente en la toma de decisiones políticas, fue una respuesta a las desigualdades y abusos del Antiguo Régimen.

Reflexiones Finales: Del Orden Divino a la Racionalidad Humana

Al analizar las teorías de Santo Tomás de Aquino, Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau, podemos ver cómo la justificación política y moral ha evolucionado a lo largo de la historia. Lo que comenzó como una estructura profundamente arraigada en la religión y la autoridad divina, se transformó en una justificación basada en la naturaleza humana y la razón.

Santo Tomás representaba una era en la que Dios y la fe ocupaban el centro de la vida política y moral. La justificación del poder y la autoridad provenía de lo divino, y la política estaba subordinada a la teología. Con Hobbes, vemos el inicio de una era en la que la justificación política ya no dependía de Dios, sino de la razón y el comportamiento humano en su estado más primitivo. Finalmente, Rousseau nos ofrece una visión del contrato social en la que el ser humano es esencialmente bueno, pero la sociedad lo corrompe. La política, para Rousseau, debía ser un medio para restaurar la libertad y la igualdad perdidas.

Este viaje desde la Edad Media hasta la modernidad nos enseña que la filosofía política no es solo un ejercicio teórico, sino una respuesta a las preguntas fundamentales sobre nuestra existencia y nuestra forma de vida en sociedad. Cada época trae consigo nuevas preguntas, y los filósofos se esfuerzan por ofrecer respuestas que reflejen las necesidades y los desafíos de su tiempo. Hoy en día, seguimos reflexionando sobre estas cuestiones, buscando el equilibrio entre la libertad, la igualdad y la justicia en nuestras sociedades.

Como lectores y pensadores, estamos llamados a continuar este diálogo. La filosofía nos invita a cuestionar y a buscar nuevas formas de entender el mundo que nos rodea. En este proceso, descubrimos no solo respuestas, sino también nuevas preguntas que nos impulsan a seguir adelante en nuestra búsqueda de la verdad y el entendimiento.

Bibliografía:

- Aquino, T. "Tratado de la Ley; Tratado de la Justicia; Gobierno de los Príncipes" - Editorial Porrua, México. 2007.

- Cornamm, J, Pappas, G., Lehrer, K. "Introducción a los problemas y argumentos filosóficos" - UNAM, 1990

- Diab, F. "Jornadas Itinerantes 2012" - Elementos para el análisis de un tema articulador entre Ética y Filosofía Política. El Contractualismo. Pag. 59. 2012

- González Porta, M. A. "A Filosofía a partir de seus problemas" - Loyola, 2007

- Hobbes, T. "Leviatán" - Editora Nacional Madrid, 1979

- Rousseau, J. "El Contrato Social" - Editorial Istmo, Madrid, 2004

- Rousseau, J. "El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres" - Editorial Tecnos, 2005